Por la tarde, piscina como todos los viernes y al salir nos fuimos a El Escorial a ver a Mamuel. Él llevaba allí casi toda la semana, porque se está celebrando la clasificación para el próximo mundial de unihockey (es un deporte parecido al hockey sobre patines) y él arbitra algunos partidos (todo esto me lo ha contado mamá, claro). Bueno, el caso es que estuvimos viendo cómo jugaba la selección española... buahh, lo pasé genial: aplaudí como una loca, bailé un montón al son de la música que sonaba, medesgañité cantando "a por ellos, oéé... a por ellos, oééé...", me inflé de palomitas, y sobre todo, estuve con Mamuel... ¿qué más puedo pedir?
Por cierto, para los que piensan que los niños no nos enteramos de nada, sólo os diré que al día siguiente le solté a mamá una charla sobre unihockey, que la dejó impresionadísima a la vez que alucinada. ¡Ah!... y España perdió, no hay mundial (snif, snif)
Bueno, eso fue ayer viernes. Hoy, el día no ha sido menos intenso, no creáis. Aunque me he levantado a las 11:30 (!!), el día me ha dado para hacer muchas cosas. Hemos estado de recaditos toda la mañana, luego comida en casita, peli (hoy no ha habido siesta; claro, levantándome a esas horas...) y hala, al cumpleaños de Javier (fue ayer, pero lo celebraba hoy)... buah, merienda, piscina de bolas, juego de las sillas, piñata, tarta,... ha habido de todo. Lo he pasado muy bien con Martín (por cierto, ¡cómo come!; igualito que yo, amos), Javi y el resto de niños.
Bueno, al final, aunque les costó lo suyo, papá y mamá consiguieron sacarme de allí (fuimos los últimos en irnos) y hala, a casita a descansar porque me han dicho que mañana tenemos otro día completito. ¡Ya os contaré!
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