jueves, 26 de marzo de 2009

de paseo por Madrid... en tren

El sábado pasado, como no teníamos planes, mamá y papá decidieron mientras desayunaban que nos íbamos a ir en tren por la mañana a Madrid, así que me despertaron (eran las 9 y media pasadas) y me dieron la noticia. Buenoooo, me puse como loca, ¡qué emoción!, íbamos a coger el tren... Al final se animaron también los tíos David y Laura y los primos Rodrigo y Laia y... hala, todos pa Madrid.


Jo, me encantó esto del tren... vamos que, cuando llegamos, lo único que quería era subir otra vez al tren: caleeeras, mamá, tren, tra ves
Estuvimos dando un paseito por la estación, que era preciosa y tenía un reloj muy graaande que estaba muy aaalto en el techo. Mamá nos hizo unas cuantas fotos: Laia, tan estilosa como siempre, con su bolso-perro; yo misma, corriendo, para variar; y Rodrigo, guapísimo.

Nos dimos una vuelta, corrimos un rato y para el tren otra vez. Llegamos a la estación de Majadahonda y, en el momento en que papá y yo decíamos adiós al tren desde el andén... ¡ostras! ¡la mochila!... ¡adiós mochila!... diiiooooosss, qué desastre... uff, teníais que ver las caras de papá y de mamá mientras esperaban en la taquilla noticias de la mochila, que viajaba tan pichi destino Villalba... por favor, que no la roben, por favor, que la encuentre el revisor,... hasta rezaban y todo... El caso es que yo tan tranquila, claro, corriendo y buscando flores con Rodrigo y con Laia por el parking de la estación; de vez en cuando entraba, le daba a mamá las flores que había encontrado y le preguntaba por mis platos... ah, claro, es que me compraron unos platos chulísimos que, por cierto, estaban en la mochila y, por tanto, en Villalba o en manos de algún desalmado o vete tú a saber dónde (yo, claro, ignoraba todo esto... afortunadamente):

Pobre mamá, no podía parar de pensar en todo lo que había en la mochila: su cartera, monedero, tarjetero, móvil, llaves de casa, gafas de sol de papá, mi abrigo vaquero, mi chaquetita gris (esa tan mona), mi comida, todas mis cosas (pañales, toallitas, chupete, ...) y, por supuesto, los platos... a ver cómo le explicas a la niña que los platos ya no están, que han desaparecido... esto era lo que más temían... Bueno, al final, la mochila fue interceptada en Villalba... uffff, alivio... así que para allá que nos fuimos a buscarla y se nos hizo tan tarde que papá y mamá decidieron que comíamos en la terracita de El Mingui. Como veis, la historia no acabó nada mal.

Por cierto, además de todo esto, tuvimos un par de percances: papá se quedó pillado con las puertas de la máquina donde pasas el billete y se hizo mucho daño (se enfadó un montón) y la tía Laura, aprovechando la coyuntura, "se coló" con Rodrigo sin billete... luego sólo hay que poner cara de tonto y de "no hemos cogido un tren de éstos en la vida" cuando el revisor te pide los billetes y sólo hay tres "ticados" en vez de cuatro.

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