domingo, 27 de diciembre de 2009

Caga tió

El día de Nochebuena llegó, con bastante retraso, el tió. El plan inicial era ir a buscarlo al campo, pero como este año el tiempo no ha acompañado (ha nevado y llovido mucho), el tió decidió bajar sólo de las montañas y aparecer en casa. Yo me lo encontré cuando me levanté por la mañana. Al principio me dio un poco de miedo, porque llevaba sin verle desde el año pasado, pero luego enseguida se me pasó y nos hicimos amigos.

En seguida nos pusimos manos a la obra en casa: a darle de comer y a alimentarle de lo lindo para que nos cague muchos regalos. Tres días me he tirado poniéndole naranjas, kiwis, plátanos, marquesas, polvorones,... y tres días que se ha pasado el tío comiéndoselo todo.

Esta mañana, por fin, hemos hecho cagar a el tió. Por si no os acordáis en qué consiste, os lo explico rápidamente: con un bastón o palo se golpea a el tió mientras se canta su canción (caga tió, caga torró, de ametlles y pignon; si no vols cagar, et donaré un cop de bastó); después se le deja sólo (nos vamos a otro cuarto) para que cague tranquilo y cuando vuelves, ves si ha cagado algún regalo. esto se va repitiendo hasta que el tió deja de cagar regalos y se limita a cagar polvorones, turrones o chuches. Esta es la señal inequívoca que nos indica que ya está bien, que no le pegues más porque no hay más regalos y que tiene que descansar para iniciar su regreso a las montañas.
Bueno, el caso es que el tió me ha cagado un cuento, un delantal para cocinar, alimentos para mis cocinitas y un set de repostería con moldes para hacer galletas, bandeja de horno y hasta rodillo, ¡uauuhh!

Tan contenta me he puesto y tan emocionada estaba con mis regalos que, en un pispasillo estaba ya preparada con todos mis utensilios para ir a la casa de la abuela Araceli a hacer galletas.

Con la inestimable ayuda de Manuel y de la abuela, he hecho todas estas galletas:

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