miércoles, 9 de diciembre de 2009

Ya huele a Navidad

Se acerca la Navidad y eso se nota en casa. Como todos los años, aprovechando el puente de la Inmaculada, hemos desempolvado las cajas donde guardamos todos los adornos y, bajo la férrea supervisión de mamá, hemos decorado la casa. Todo se ha llenado de arbolitos, estrellas y papá noeles...



Por cierto, yo juraría que lo había colocado todo diferente... uhmm... esto me huele a intervención materna... bueno, siempre me quedará el Belén:


Mi favorito... algún día seré yo el ángel... y llevaré alas...


El árbol me encanta, quedó prezozio; nuestro trabajo nos costó, no creáis. Al principio, lo pusimos sin luces, como el año pasado, pero claro, yo no estaba nada convencida y es que, allá donde iba, hala: árbol de Navidad con luces (en casa de los primos, en la calle, en las tiendas, en la guarde,...). Luego, cuando llegábamos a casa y veía nuestro árbol, tan triste y tan oscurito, me entraba algo así como un comecome por dentro, que me ponía a gritar como una loca: papá, mamá, nue'tro a'bol no tiene luses!!!... amos a comprar unas luses... Tan pesada me puse que hice que papá y mamá (la cual estaba en plena recuperación -uff, todo sea por la niña-) se recorrieran varios sitios buscando las dichosas lucecitas. Pues nos costó lo nuestro, porque parece ser que estas cosas se agotan enseguida: Luces de árbol blancas (mamá no quería ni loca de colores), AGOTADAS. Por fin, después de dos días y viendo que mi impaciencia crecía por momentos, mamá recurrió a los CHINOS; vamos, ido y comprado... si es que tienen siempre de todo... Al final, conseguimos las luces y, aunque papá y mamá no se fían mucho (por eso de los cortocircuitos y los incendios), yo estoy supercontenta, porque por fin tengo un árbol prezozio lleno de luces.

Bueno, mejor no comentar que mamá tuvo que deshacer toooodo el árbol, colocar toooodas las luces y volver a montar toooodos los adornos... ¡ah! y que yo, ésta vez, no ayudé nada (pero nada de nada, como me apunta mamá)... si e'queee... se me había pasado la emoción de la novedad (soy un niño, ¿qué esperábais?).

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